domingo, 18 de marzo de 2012

El lado oscuro del cielo. Capítulo 8


CAPÍTULO 8

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO

No se me quitaba de la cabeza lo que me había dicho Yolanda. Parecía una locura pero yo la creía. No sabía por qué pero sabía perfectamente que Yolanda tenía sueños premonitorios incluso antes de que ella se lo dijera.
Mi madre había preparado un filete empanado con patatas fritas y lo más
 raro de todo es que no tenía nada de hambre. Incluso me daban arcadas solo de pensar en metérmelo en la boca. Por eso empecé a remover el plato mientras pensaba una escusa para decirle a mi madre que me daba angustia comer uno de mis platos favoritos.

Al final le dije que me encontraba mal y que no tenía muchas ganas de comer. De todas formas mi madre me obligó a tomarme la sopa de verduras que vomité en cuanto llegué al piso de arriba.

-¿Qué me está pasando?-me dije para mi misma.

No tenía hambre, no tenía sed e incluso no tenía ganas de enchufar el ordenador y conectarme al tuenti. Eso me empezó a preocupar seriamente. Yo estaba super enganchada a las redes sociales, 5 sobre todo al tuenti, y podía pasar horas hablando por el chat sin aburrirme ni lo más mínimo pero en ese momento solo de pensar en estar mirando la pantalla del ordenador le daba ganas de dormirse.

Lo único que se me ocurrió fue ponerme a hacer los ejercicios que nos habían mandado en sociales y desear que pronto fueran las cinco y poder ir a casa de Daniel.

A los cinco minutos empezó a dolerme la cabeza a horrores y de repente empecé a escuchar susurros extraños en mi cabeza. No tenía ni idea de lo que esas voces me decían pero empezaron a quitarme la paciencia.

“Lo que faltaba. Ahora me había vuelto loca”-pensé preocupada. Mi último recurso era que la pastilla que me acababa de tomar surgiera efecto pronto. Entonces, cuando subí a mi habitación, se se ocurrió una idea. Cogí mi móvil, conecté mis cascos azules y blancos, me los puse en las orejas y puso el volumen al máximo.

Esto aplacó un poco las voces pero no hizo que se fueran del todo. Más tarde fueron desapareciendo hasta que ya no quedó rastro de ellas.

Uno, o las voces había sido imaginaciones mías por el dolor de cabeza.
Dos, de verdad había escuchado aquellas voces pero se habían marchado por fin.
O tres, me había quedado sorda por la música y ya ni siquiera escuchaba los extraños susurros.

Gracias a Dios, yo intentaba darme esperanzas de que fuera la opción número uno pero lo dudaba.

Por fin mi alarma del móvil sonó, indicándome de que había llegado la hora de prepararme para cuando llegara Ángela. Algo me decía que Soraya no iba a llegar a tiempo.

Decidí cambiarme de ropa. Cogí una camiseta que caía de forma que dejaba ver un hombro. Era de color blanco roto y en el centro, con letras color negras, estaba escrito un eslogan: Kiss me, stupid. Me gustaba mucho esa camiseta y, en este caso, el eslogan me venía que ni pintado. Seguramente, Daniel no se daría cuenta de mi indirecta pero por probar no pasa nada.

Casi nunca me maquillaba los ojos pero Ángela me había dicho hace ya tiempo que con un poco de rímel y lápiz negro podía hacer que mis ojos simplones destacaran mucho más que unos ojos verdes o azules y, por primera vez, seguí su consejo.
Me di unos últimos retoques y me fui a preparar mi bolso con las cosas que me llevaría pero un minuto o dos después sonó el timbre de la puerta, que indicaba que mi loca amiga había llegado.

Bajé las escaleras y me despedí, con un beso rápido, de mi menuda madre y salí disparada hacia la puerta.

Como supuse, Soraya no se encontraba con Ángela pero, para nuestra sorpresa, esta cruzó la esquina apresurada y se dirigió hacia nosotras.

-Lo siento por la tardanza-dijo disculpándose-Me quedé dormida justo después de comer y, por primera vez en la historia, debo dar gracias a mi hermano por despertarme con sus horrorosos ensayos de batería.

-Vale. Estás disculpada, pero ahora vamos a lo importante. ¿Has visto a Mara?-le preguntó sorprendida-Como Daniel no se fije en ti hoy es que es homosexual.

-Tía, estás guapísima-dijo emocionada Soraya.

Yo lo único que hice fue sonrojarme y morirme de vergüenza por lo que lo único que se me ocurrió decir:

-Vámonos ya que llegaremos tarde.

-Es verdad. No debemos hacer esperar al príncipe Daniel-dijo Soraya.

-No te preocupes que no te va a pasar como a la Cenicienta-dijo Ángela para hacer el chiste del día-Esa ropa no desaparecerá cuando toquen las doce-en ese momento se paró.

“Oh, Oh”-pensé-”Qué no diga lo que creo que va a decir. Qué no diga lo que creo que va a decir...”

-A no ser que te la quites voluntariamente-dijo con una sonrisa malévola-¿Verdad Soraya?

Lo único que pudo hacer Soraya fue asentir mientras se partía de risa. Luego se empezó a reir Ángela y por último llegó Juan con cara curiosa.

-¿De qué os reís?-preguntó intrigado pero cuando giró su rostro hacia mí su cara cambió completamente-Wow-exclamó en voz baja- Mara estás...no sé ni cómo decirlo.

-¿Guapa? ¿Bella? ¿Atractiva?-empezaron a soltar Soraya y Ángela.

No sé cuantos adjetivos parecidos después, llegamos a la casa de Daniel. Esa casa siempre me había impresionado. Era grande y normalmente un poco terrorífica pero, parece ser, que la familia de Daniel la había restaurado completamente.

Tocaron al timbre y milésimas de segundos después la menuda figura de la hermanastra de Daniel apareció ante nuestros ojos, como siempre, con una enorme sonrisa en su cara.

-Hola chicos-dijo emocionada-Mi hermano os está esperando dentro. Y de repente cogió mi mano y me arrastró con ella al interior de la casa.

Estaba un poco cabreada por las confianzas que se tomaba Isabella conmigo pero todos esos sentimientos fueron cambiados por puro asombro.

Nunca pensé que el interior de esa casa fuera tan grande. El techo de aquella habitación se encontraba a 5 metros de altura por lo menos. Había dos estatuas de mármol que seguramente habrían sido traídas por la familia Di’Angello directamente desde Italia. ¡Incluso había un gran piano!



-¿Te gusta mi casa?-dijo una voz desconocida a su oído. De repente se giró asustada encontrándose cara a cara con un chico alto, moreno y de unos bellos ojos azules-Perdona no me he presentado-me dijo seductoramente-Me llamo Francesco y soy el primo de Daniel.



-Yo soy Mara -le dije tímidamente. A continuación se acercó más a mí y me dio dos besos en las mejillas. No podía haberme puesto más colorada –Encantada-le dije totalmente avergonzada.

-Igualmente-me respondió guiñándome un ojo. Poco después Ángela estaba a mi lado.

-¡Mamma mia!-exclamó-Mara, tenemos que convencer a los maestros que nos lleven de viaje de estudios a Italia-dijo emocionada.

De repente lo vi. Estaba hablando con Francesco. Bueno exactamente no estaban hablando sino que estaban discutiendo. Por desgracia no sabía el por qué ya que lo estaban haciendo en italiano.

Entonces, comenzó otra vez. Aquellas voces que aparentemente se habían ido para siempre volvieron a atormentarla. Por desgracia estas voces no venían solas sino que venían acompañadas con su dolor de cabeza correspondiente.

Juan notó enseguida que algo malo me sucedía y en milésimas de segundo ya estaba a mi lado, como siempre.

-Mara, ¿estás bien?-me preguntó preocupada.

-Más o menos. Es que desde que he vuelto del instituto no he parado de tener unas migrañas bastante molestas-dije con voz molesta.

-Ven siéntate conmigo-me ofreció educadamente. Me senté en un hermoso sofá beige y marrón-¡Daniel!-le gritó Juan.

Daniel salió de su pelea familiar y se giró hacia Juan.

-¿Puedes traerle algo para beber a Mara?-le pidió preocupado-Le duele la cabeza.

Daniel ni si quiera esperó a que Juan terminara de hablar y en pocos segundos ya estaba al lado nuestra ofreciéndome un vaso de agua.

-Gracias-le dije tímidamente.

-¿Te traigo alguna aspirina o algo para el dolor?-le preguntó preocupado Daniel.

-No, porque hace unas dos horas me he tomado una y no quiero que me de una sobredosis-le dije intentando regalarle mi mejor sonrisa-Ya se me pasará.

-Mejor que los acompañes a tu habitación-le dijo Francesco-Si quieres yo cuido de tu amiguita mientras tanto.

-Seguidme-dijo Daniel-Ven Mara-le dijo ofreciéndome su mano. Yo la cogí sin dudar y el me dedicó una de sus mejores sonrisas- Puedes apoyarte si quieres-me dijo en susurro apenas audible para mi. Yo me apoyé en él un poco. Su brazo, a veces, rozaba el mío y cada vez que lo hacía una serie de pequeñas corrientes eléctricas recorrían mi cuerpo.

Cuando llegamos a la habitación de Daniel las voces de mi cabeza desparecieron pero, por desgracia, el dolor no lo había hecho.

La habitación de Daniel era preciosa. Tenía una gran cama de matrimonio en el centro y en un lado de la habitación había una bonita cómoda con un espejo. Había también un pequeño sofá y en una de las esquinas había un bonito escritorio a juego con el resto de la habitación y sobre este se encontraba un moderno ordenador portátil y varios libros del instituto pero lo que mas me gustó de la habitación fue la estantería. Tenía una estantería de cinco pisos y todos estaban llenos de libros.



-¿Te gusta leer?-me preguntó Daniel con. Seguramente se habría dado cuenta de que estaba mirando su estantería fascinada.

-Sí, me gusta bastante-le dije sonriendo.

-¿Bastante nada más?-dijo Ángela metiéndose en la conversación-Le encanta leer. Es su pasión. Si no existieran los libros se moriría-exageró mi amiga

-Si quieres puedes coger alguno prestado-dijo Daniel señalando la estantería-Pero ahora siéntate en el sofá y relájate.

-Por primera vez, estoy de acuerdo con él-dijo Juan.

-Vale. Pero cuando se me pase el dolor de cabeza me tenéis que dejar hacer algo-les dije un poco molesta.

A continuación sus amigos cogieron cada uno una silla y se sentaron alrededor del ordenador para comenzar el trabajo escrito.

No sé por qué pero ese lugar me daba tranquilidad. Sentía que en esa habitación no podría pasarme nada peligroso. Sabía que esa habitación era como una especie de refugio. Ahora, esa casa era gigantesca y la curiosidad por investigarla un poco más me estaba matando.

-Dani… ¿Dónde está el baño?-le dije dulcemente-Es que hace rato que quiero ir.

-Está al final de este pasillo a mano izquierda. Si quieres te acompaño-me dijo con tono esperanzado.

-No hace falta. Vuelvo enseguida-y dicho esto salí de la habitación sin vacilar. La escusa del baño nunca fallaba aunque tenía poco tiempo así que me puse en marcha.

Como decía Daniel, el cuarto de baño estaba al final del pasillo pero en frente de este había una puerta. Era una puerta antigua y con unos extraños grabados. La intenté abrir pero estaba cerrada con llave. En cuanto toqué la madera de la puerta las voces se intensificaron e incluso pudo descifrar una frase.

“Entra” “Entra” “Entra”…

-¿Querías algo chica?-dijo alguien con una voz grave interrumpiendo las voces de su cabeza.

Me giré asustada. Justo detrás de mí había aparecido un gigantesco hombre. Debía medir más de dos metros por lo menos y tenía todo el brazo izquierdo tatuado. Era el hombre que el otro día vimos en la ventana de la casa.


-Estaba buscando el baño-le dije entrecortadamente-Daniel me dijo que estaba al final del pasillo.

-Ahhh. Tú eres la famosa Mara. Daniel nos ha hablado mucho de ti-dijo con una sonrisa torcida-El baño está justo en frente-dijo señalando justo detrás de donde me encontraba.

-Gracias. Por pura curiosidad…¿Qué hay detrás de esa puerta?-le pregunté.

-Mira chica. Puedes ir y entrar a la habitación que quieras pero te lo advierto, cuanto más alejada estés de esa puerta y lo que hay detrás de ella mejor-me dijo con tono furioso-Recuerda chica. La curiosidad mató al gato-y justo después se fue desapareciendo de mi vista.

Ya que estaba allí entré al baño. Me lavé la cara ya que estaba sudando. Justo cuando apareció ese hombre las voces y mi dolor de cabeza desaparecieron y estaba un poco desorientada. La sensación del agua limpiando mis poros me relajó bastante e incluso por unos segundos me olvidé de todo lo que me estaba pasando. ¿Qué habría detrás de esa puerta?

Salí del baño un poco más tranquila y empecé a caminar de vuelta hacia la habitación dónde se encontraban mis amigos pero justo cuando giré en la esquina que hacía el corredor me encontré con Francesco.

-Hola Mara-me dijo con una de sus sonrisas-Parece que ya has conocido al tío Ros. No te preocupes, da un poco de miedo pero es un buen tipo.

-Sí es que estaba buscando el baño pero parece ser que me equivoqué de habitación-le dije excusándome. De repente la distancia entre él y yo se acortó demasiado.

-Tú no ibas al baño-me susurró seductoramente al oído-Eres una chica muy traviesa. Eso me gusta mucho- y se alejó de mí.

La próxima vez te hago un tour por la casa-dijo como si no hubiera pasado nada-Ahora será mejor que vuelvas con mi queridísimo primo Dani.

No me había dado cuenta de que ya estábamos en la puerta de la habitación de Daniel.

-Adiós Mara-me dijo acercando mi mano derecha a su boca y dejando un dulce beso en ella-Encantado de conocerte-y dicho esto me entregó un papel y se fue escaleras abajo.

Abrí el papel que tenía en las manos. En ella había escrito un número de teléfono y una inscripción que decía: “Francesco Di’Angelo, llámame ;)”

Entré al cuarto y allí estaban mis amigos.

-¡Mara!-exclamó Ángela-Creíamos que te habías colado por la tapa del váter. Daniel estaba a punto de ir a buscarte.

-Ahhh es que me encontrado a gente por el pasillo y me he entretenido un poco-dije lo más serena posible-Por cierto Dani-dije mirando hacia él-Tu tío me da miedo.

-¿Has visto al tío Ros?-dijo asustado-¿No habrás intentado entrar en la habitación que está enfrente del baño verdad?

Se me cayó el pelo solo con escuchar esa pregunta. ¿Cómo podía saber que había intentado entrar a aquella habitación?

-Yo no. He ido directa al baño y al salir me he encontrado con tu tío y más tarde con tu primo-cuando dije esto último no puede evitar sonrojarme al recordar la forma en la que Francesco me había susurrado al oído.

-¿Te ha hecho algo el salido de mi primo?-me preguntó preocupado- Yo que tú tendría cuidado. No me gustaría que a mi primo se le fueran las manos contigo-de repente se puso también colorado dándose cuenta de lo que había dicho-Ni tampoco con alguna de vosotras chicas. Mi primo tiene ya diecinueve años y está en la universidad y le gustan mucha las chicas de instituto.

-Pues a mí no me importaría que tu primo abusara de mí-dijo Ángela con ojos soñadores-Ni a Mara tampoco-dijo riéndose-Está colorada más colorada que la cara del maestro de sociales cuando se cabrea.

-Bueno-dije intentando evadir el tema-Ya se me ha quitado el dolor de cabeza. ¿Por dónde ibais?-dije mirando la pantalla del portátil.

Dos horas más tarde ya teníamos casi todo el trabajo escrito terminado. La verdad es que seguro que nos ponían un diez en el trabajo y además pasamos un rato divertido haciéndolo.

Ya era hora de irnos así que todos cogimos nuestras cosas y nos levantamos para irnos. Antes de irnos apareció una mujer con una bandeja de magdalenas de chocolate. Era baja y delgada. Tenía el cabello pelirrojo y era muy guapa. Debía tener poco más de cuarenta años y tenía unos ojos verdes que irradiaban dulzura.

-Chicos, ¿queréis una magdalena?-nos preguntó con tono dulce-Acaban de salir del horno y me daba cosa que os marcharais sin merendar nada.

Mis amigos y yo no dudamos en coger una. Eran la magdalena más rica que había probado en mucho tiempo. El chocolate era suave y los trozos de chocolate eran grandes y blanditos. Además su interior estaba lleno de delicioso chocolate caliente.

-Las magdalenas más buenas que he probado en la vida…-le dije parándome ya que no sabía cuál era su nombre.

-Soy Carmen la madre de Daniel. Mi marido todavía se encuentra en el trabajo-dijo mirándonos a los ojos-Volved cuando queráis. Nuestra casa estará siempre a vuestro servicio.

Nos despedimos de Daniel y su madre con un beso y nos marchamos de la casa.

-Menuda casa que tiene nuestro nuevo amigo-dijo Soraya-Y menudo primo también.

-A mí el primo no me gusta nada-dijo mirándome a los ojos-Yo que tú Mara seguiría el consejo de Daniel y no me acercaría mucho a él.

-Bueno dejemos el tema para mañana-dije yo- Tengo que llegar a casa y hacer la tarea que nos han mandado hoy para mañana. Adiós chicos-y entré en mi casa.

Subí a mi cuarto y me puse a hacer la tarea como les había dicho a mis amigos. Ese día había sido muy extraño. La casa de Daniel, sus familiares…pero lo que más me intrigaba era saber lo que había detrás de esa puerta. ¿Qué podía haber detrás de ella?
Bueno, espero que os haya gustado este largo capítulo :)
Tiene muchas fotitos XD

¿Que habrá detrás de la puerta?

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