sábado, 21 de abril de 2012

El lado oscuro del cielo. Capítulo 10


Capítulo 10

Desmayo repentino

Estábamos en clase de matemáticas pero mi cabeza estaba en otro sitio. Mientras que mi profesor explica por enésima vez las diferentes formas de resolver sistemas de ecuaciones de segundo grado yo no hacía más que pensar en aquel beso. Todavía no me lo podía creer. Conocí a Francesco ayer y ya me había besado con él.

Ángela estaba, incluso más sorprendida que yo. Según ella yo debería acabar con Daniel y no con su primo, quien, según mi amiga, era para ella. La verdad es que yo tampoco sabía como podía haber llegado a suceder. Todavía sentía la calidez de sus labios en mi boca y, aunque fue un beso corto, un simple roce de labios, significó muchas cosas. Además él era mayor que yo.¡ESTABA ESTUDIANDO EN LA UNIVERSIDAD!

De repente, gracias a Dios, tocó el timbre que señalaba la hora del recreo y todo el mundo salió pitando de la clase para no tener que aguantar cola en la cantina. Yo, como me traía mi propia comida, no me hacía falta aguantar la larga cola que se formaba para comprar un bocadillo, por lo tanto guardé mis cosas con calma y me quedé unos minutos más en la clase. No me di cuenta de que en la clase solo quedaba el guapo de Daniel.

-Te he visto esta mañana desayunando con mi primo-me dijo molesto.

Lo único que pude hacer fue sonrojarme por la vergüenza de que él nos hubiese visto no solo en la cafetería sino también los minutos antes de entrar al instituto.

-Si, es que me lo encontré esta mañana paseando por el parque y me invitó a un pequeño desayuno -le dije yo con los mofletes sonrosados.

Entonces él comenzó a acercarse poco a poco a mí. Pocos segundo después él y yo nos encontramos a muy pocos centímetros de distancia y aquella sensación de deja vu se apoderó de mí. Esa misma sensación que había sentido hace apenas tres horas antes. Daniel estaba a punto de besarme pero, para mi sorpresa, se detuvo justo antes de rozar mis labios.

-Estás muy guapa cuando te pones colorada-me susurró al oído-Pareces tan inocente-continuó mientras me acariciaba el cabello.

Entonces me tomó del mentón y acabó con los pocos centímetros que le separaba de mis labios y me besó. Pero justo en el momento en que lo hizo una carga eléctrica atravesó mi cuerpo haciendo que lo apartara bruscamente. Él me miro decepcionado y preocupado. Esa descargar no solo me había producido una molesta sensación e incluso un poco dolorosa sino que me hizo darme cuenta de que lo que había hecho estaba mal. No sabía exactamente lo que eramos Francesco y yo, pero yo no era de esas chicas que se besan con distintos tipos el mismo día, y aunque Francesco solo sea un “conocido con derechos” sentía que si me besaba con su primo lo estaba engañando de algún modo.

-Lo siento mucho-dijo Daniel intentando disculparse por su comportamiento-Ya se que era muy precipitado pero necesitaba hacerlo-y entonces se sonrojó él también. Era tan tierno.

-No pasa nada-dijo quitándole importancia-Parece ser que tu y yo tenemos mucha química, porque el calambrazo...-le dije yo haciendo un gesto de exageración con la mano. Él se puso un poco más colorado que antes y yo lo único que pude hacer fue dedicarle una de mis mejores sonrisas. Aquel beso fue muy diferente al de la mañana. Los dos fueron dulces y cortos pero el de Francesco era más atrevido y el de Daniel era más inseguro, como si temiera que me fuera a romper o darle una guantada en la cara.

Los dos quedamos en que, por ahora, deberíamos seguir siendo amigos y que si pasaba algo en un futuro pues que pasara pero por ahora ese beso quedó olvidado y mi mente volvió a su primo  universitario.

Cuando bajábamos las escaleras mi móvil comenzó a sonar. Miré la pantalla y me sorprendí al ver aquel nombre: Tu italiano favorito (L)

Dudé un poco en cogerlo pero tenía ganas de hablar con él así que lo cogí cuando el cantante de likin park comenzaba a cantar.

-¿Si?-pregunté con una falsa interrogación

-Hola Mara-me dijo con su característica voz-¿Dónde estás?

-Estoy bajando las escaleras de mi instituto junto con tu primito-le dije divertida-¿Por qué lo preguntas?

-Sal a las pistas-me dijo sin ninguna emoción

Atravesé curiosa la puerta que daba acceso al patio y casi me desmayo al ver a Francesco al lado de una Ángela y una Soraya divertidas y un Juan cruzado de brazos con una mirada de desaprobación hacia mí. Mi queridísima amiga se lo había contado a todo el mundo y no solo eso, sino que había traído al italiano al instituto. Estaba molesta. Muy molesta.

-Hola enana-me dijo el italiano mientras se acercaba a mí y, para la sorpresa de todos, me daba un apasionado beso en los labios.

La cara de todos era un poema. Ángela y Soraya daban palmas emocionadas, Juan desprendía fuego con la mirada y Daniel...Daniel estaba con los dos brazos acabados en puños totalmente pegados al cuerpo como si se estuviera conteniendo. Su rostro era un cuadro. No expresaba ningún sentimiento.

De repente sonó la sonora carcajada de una chica. Me giré sobre mis talones y vi a la maravillosa hermanastra de Daniel desternillándose de risa.

-Vaya Fran, te has adelantado a mi hermanito-dijo con cara inocente- Ya puedes aprovechar antes de que te la quite.

Mis amigos no podían estar más sorprendidos. Estaban todavía asimilando lo que acaba de ocurrir entre Francesco y yo y ahora acababan de descubrir por su hermanastra que Daniel también iba detrás de mí. Yo, en cambio, estaba molesta. Por la sonrisa de triunfo que le mandaba Fran a Daniel supuse que Fran ya sabía que Daniel me había echado el ojo y este último miraba a Fran furioso, como si quisiera asesinarlo con la mirada. Incluso, creí atisbar fuego en saliendo de sus ojos. Literalmente.

Entonces ocurrió lo que más temía. Daniel y Juan se miraron con mirada cómplice, asintieron los dos como si se leyeran la mente, se acercaron a Fran y le propinaron los dos un puñetazo en la cara. Uno en la mejilla derecha y otro en la izquierda. Y así comenzó la pelea.

Ángela y Soraya corrieron para intentar separarlos pero no pudieron ni acercarse a ellos. Incluso Soraya recibió un ligero golpe en la cara por parte de Juan. Ángela seguía intentando acercarse, pero era imposible.

Lo más normal es que yo me acercara y me interpusiese entre ellos pero tenía miedo. Sabía que en aquella pelea no debía meterme, pero estaba asustada por que alguno acabara mal, incluso en el hospital.

Daniel me gustaba desde que llegó al instituto e incluso me seguía gustando. Fran es el típico guaperas de turno pero también me gustaba. Y besaba de miedo. Pero lo que no entendía era que Juan se hubiese metido en la pelea. Sabía que había surgido una gran amistad entre Daniel y Juan pero tampoco se conocían tanto para ayudarle a pegar a un tío más alto que él y con una desarrollada y trabajada musculatura que había que tener en cuenta. ¿Por qué se había tenido que meter él?

Entonces ya no pude aguantarlo más y grité. Ahora me daba cuenta del gran corrillo que se había formado alrededor de nosotros y que gritaban “pelea” con todas sus fuerzas. A la gente de nuestro instituto les encantaba las peleas y más si se producían por una chica. Lo que nunca pensé es que algún día se pelearan por mí.

Cuando mi gritó retumbó por todo el instituto todo el mundo se giró para mirarme. Incluso los que estaban peleando consiguiendo el efecto que yo quería. Todo el mundo me veía sorprendido. Odiaba ser el centro de atención y todo el mundo lo sabía. Los tres chicos me miraban asustado, como si acabara de pasarme algo. Y entonces las susurros que más temía volvieron a mi cabeza y, esta vez, comencé a gritar de dolor.

Sentía que mi cabeza iba a explotar. Esta vez los susurros eran insoportables. Odiaba que no los pudiera entender y más a ese volumen. Era como si aquellas personas que susurraban lo hicieran a través de megáfonos a todo volumen pegado a mis oídos. Entonces se me nubló la vista y poco a poco, me adentré en la oscuridad.


***CONTADO POR DANIEL***

Estaba pegándole un puñetazo en la cara a mi traidor y suertudo primo. Él sabía perfectamente lo que sentía por Mara. Sabía que desde el momento en que la vi sentí algo explotar dentro de mí. Una sensación que nunca, en mis setenta y cinco años había sentido. Sí, las reencarnaciones de ángeles somos inmortales. Envejecemos hasta cierta edad y nuestro envejecimiento se queda estancado. Algunos se paran antes, otros después pero, para mi desgracia, mi cuerpo se estancó en plena adolescencia.

Bueno. Estaba golpeando a mi primo como si fuera un saco de kit-boxing cuando escuché un grito de agonía. Iba a girarme para ver de dónde provenía pero un segundo más tarde el grito paró, y se escucho el pequeño sonido, apenas audible para la mayoría, de un cuerpo cayendo al suelo.

Fue como si alguien presionara un botón y la pelea se parara por completo. Mi primo, Juan y yo nos giramos al mismo tiempo para ver aquella terrible imagen. Mara, mi hermosa Mara, estaba tumbada en el suelo, inconsciente y con un montón de gente alrededor. No me lo pensé dos veces y fui corriendo hacia ella. Fui el primero en alcanzarla ya que mis compañeros de lucha también habían tenido la misma idea que yo. Mara estaba ardiendo y estaba tiritando de frío con lo que supuse que tenía fiebre. Aparté la cabellera pelirroja de Soraya quien estaba sosteniendo a Mara por la cabeza.

-¿Sabéis si ha desayunado?-les pregunté a sus amigos-Puede que haya tenido una bajada de tensión…

-Pero eso no explicaría la fiebre-intervino Francesco con tono serio, con esa cara que decía “estoy estudiando de medicina. Yo soy el experto”-No se ha desmallado por no comer.

-Estaba gritando-dijo de repente Ángela preocupada-Nadie empieza a gritar y justo después se desmaya. Se supone que cuando te desmayas estas débil, ¿no?

Entonces Mara comenzó a retorcerse. Todas las caras se fijaron en el rostro fruncido de la suya. Juan se acercó más a Mara y comenzó a zarandearla suavemente para que recuperara la conciencia pero Isabella lo paró cogiéndole de los hombros.

-No es bueno despertar a la gente en sueños-dijo con voz tranquila-Déjala estar por su propio bien.

Juan se le quedó mirando un poco extrañado. Pocos segundos después el rostro de Mara se relajo y su respiración agitada también. Eso nos dejaba a todas más tranquilos pero Mara seguía sin volver a la conciencia.

Pocos segundos después Soraya llegó con dos profesores del instituto. Estos nos obligaron a todos a irnos de allí y llamaron a una ambulancia. Resulta que en estos institutos no había ninguna enfermería y lo único que podían hacer mientras la ambulancia llegaba fue tumbar a Mara en la gran mesa de la sala de profesores.

Los profesores nos dijeron que solo dos personas podían quedarse con ella y acompañarla al hospital, pero con solo al ver nuestros rostros, nos dejaron quedarnos a Juan, Fran, Ángela, Soraya, Isabella y yo, pero a la ambulancia solo podía subir dos personas de todas formas.

Yo no le había soltado su mano izquierda desde que se la cogí en el patio. Juan la cogía de la otra mano y mi primo, el suertudo, la tenía apoyada en sus rodillas.

Entonces la luz de un flash cegó mi mirada.

-Esta foto va para el tuenti-dijo Ángela con una divertida y traviesa sonrisa- La voy a titular ¿Quién quiere acostarse con mi amiga?

Los tres la miramos cabreados. Este no era un momento divertido ni para hacer fotos tontas. Una chica estaba inconsciente sobre una mesa que los profesores usan para corregir exámenes y apoyar sus cafés.

Fran y Juan estaban gritándose y hechándose las culpas el uno al otro pero sus voces se escuchaban muy lejos de mí, demasiado. Entonces lo entendí. Los ángeles me estaban hablando.

¿Qué queréis ahora?-pensé muy molesto para que los ángeles lo escucharan.

Necesitas a la chica-me dijeron todos a la vez haciendo que comenzara a dolerme un poco la cabeza. Las reencarnaciones de los arcángeles podemos comunicarnos con los demás ángeles pero esta comunicación no era muy agradable, ya que siempre daba cierto dolor de tarro. Al principió dolía mucho pero llega a un momento en que te acostumbras.

¿A Mara?-les pregunté extrañado-¿Para qué?

-Necesitas a la chica-siguieron diciendo todos a la vez agudizando el dolor. No paraban de repetir la misma frase con lo que conseguí echarlos de mi cabeza gracias a un ejercicio que me enseñó Fran. En estos momentos lo odio a muerte pero había que reconocer que era más antiguo que yo así que tenía más experiencia en estos casos. Él era la reencarnación del arcángel Rafael y, aunque no lo creáis, es mi primo de sangre.

-Daniel-escuché una voz femenina de fondo-¡DANIEL!-dijo esa misma voz enfadada. Me giré y me encontré cara a cara con la rubia demoníaca que tenía Mara por amiga- ¿Estás con nosotros?

Yo solo asentí serio. ¿Qué significaba eso que me acababan de decir los ángeles? ¿Para que demonios necesitaría a Mara? Yo no quería meterla en mi mundo. Era muy peligroso ya que los demonios estaban siempre acechando a las reencarnaciones para poder acabar con ellas. Por eso mismo tuvimos que venirnos a España. Los demonios ya habían acabado con uno de nosotros y sabían donde nos escondíamos por lo que tuvimos que dejar la Toscana para escondernos en España. Cual fue nuestra sorpresa que al llegar a esta pequeña y escondida ciudad nos encontraríamos con más de nosotros y no uno, sino varios.

De repente llegó la maestra de lengua y nos dijo que la ambulancia ya estaba aquí. Mi primo, un poco arrepentido, dejó que llevase a Mara en brazos hasta la ambulancia. Entonces llegó el momento más temido de todos. ¿Quiénes dos de nosotros la acompañaríamos en la ambulancia?

Tras una pelea con los profesores e incluso entre nosotros mismos conseguimos que pudiésemos ir Juan y yo como alumnos y mi primo Fran como adulto responsable (nótese el tono irónico -_-)

Fran se sentó en el asiento de copiloto de la ambulancia y un joven enfermero, con razón mi primo se había ido a sentarse de copiloto, fue a atender a Mara. Se me encogió el alma al ver a aquel chico agujerear su delgado brazo para colocarle una vía intravenosa. Sabía que era necesario ponerle algo de suero porque había tenido una bajada importante de tensión, según nos había dicho el enfermero.

Llegamos al hospital Torrecárdenas de Almería. Los guardianes ocultos raramente nos ponemos enfermos con lo que no había ido muchas veces a un hospital. No me gustaban esos sitios empezando por el olor a antiséptico y medicinas que había en el ambiente. Tomaron a Mara y la colocaron en una camilla un poco desgastada y la trasladaron hasta una habitación de observación. Nosotros esperamos a su lado hasta que comenzó a abrir los ojos.

Los tres nos acercamos hacia su rostro para contemplarla mejor. Estaba un poco desorientada y fue contemplando nuestros rostros uno por uno como si estuviera tratando de identificarnos. Entonces habló:

-Os he visto-dijo mirando hacia un lado-Os he visto a los tres-siguió diciendo pero esta vez mirándonos a los ojos-Os he visto en el pasado.

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Espero que os haya gustado el capítulo de hoy :)

Se que me demoro mucho en actualizar pero es que no tengo tiempo para hacerlo . Los exámenes, el piano, las tareas.....mi vida en un poquito ajetreada :(

Intentaré actualizar más seguido. Lo prometo :3

Espero que os haya gustado. Dejad comentarios please....que son gratis :)

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