Capítulo
10
Desmayo
repentino
Estábamos en clase de matemáticas pero mi cabeza
estaba en otro sitio. Mientras que mi profesor explica por enésima vez las
diferentes formas de resolver sistemas de ecuaciones de segundo grado yo no
hacía más que pensar en aquel beso. Todavía no me lo podía creer. Conocí a
Francesco ayer y ya me había besado con él.
Ángela estaba, incluso más sorprendida que
yo. Según ella yo debería acabar con Daniel y no con su primo, quien, según mi
amiga, era para ella. La verdad es que yo tampoco sabía como podía haber
llegado a suceder. Todavía sentía la calidez de sus labios en mi boca y, aunque
fue un beso corto, un simple roce de labios, significó muchas cosas. Además él
era mayor que yo.¡ESTABA ESTUDIANDO EN LA UNIVERSIDAD!
De repente, gracias a Dios, tocó el timbre que
señalaba la hora del recreo y todo el mundo salió pitando de la clase para no
tener que aguantar cola en la cantina. Yo, como me traía mi propia comida, no
me hacía falta aguantar la larga cola que se formaba para comprar un bocadillo, por lo
tanto guardé mis cosas con calma y me quedé unos minutos más en la clase. No me
di cuenta de que en la clase solo quedaba el guapo de Daniel.
-Te he visto esta mañana desayunando con mi primo-me
dijo molesto.
Lo único que pude hacer fue sonrojarme por la
vergüenza de que él nos hubiese visto no solo en la cafetería sino también los
minutos antes de entrar al instituto.
-Si, es que me lo encontré esta mañana paseando por el
parque y me invitó a un pequeño desayuno -le dije yo con los mofletes sonrosados.
Entonces él comenzó a acercarse poco a poco a mí.
Pocos segundo después él y yo nos encontramos a muy pocos centímetros de
distancia y aquella sensación de deja vu se apoderó de mí. Esa misma sensación
que había sentido hace apenas tres horas antes. Daniel estaba a punto de
besarme pero, para mi sorpresa, se detuvo justo antes de rozar mis labios.
-Estás muy guapa cuando te pones colorada-me susurró
al oído-Pareces tan inocente-continuó mientras me acariciaba el cabello.
Entonces me tomó del mentón y acabó con los pocos
centímetros que le separaba de mis labios y me besó. Pero justo en el momento
en que lo hizo una carga eléctrica atravesó mi cuerpo haciendo que lo apartara
bruscamente. Él me miro decepcionado y preocupado. Esa descargar no solo me había
producido una molesta sensación e incluso un poco dolorosa sino que me hizo
darme cuenta de que lo que había hecho estaba mal. No sabía exactamente lo que
eramos Francesco y yo, pero yo no era de esas chicas que se besan con distintos
tipos el mismo día, y aunque Francesco solo sea un “conocido con derechos”
sentía que si me besaba con su primo lo estaba engañando de algún modo.
-Lo siento mucho-dijo Daniel intentando disculparse
por su comportamiento-Ya se que era muy precipitado pero necesitaba hacerlo-y
entonces se sonrojó él también. Era tan tierno.
-No pasa nada-dijo quitándole importancia-Parece ser
que tu y yo tenemos mucha química, porque el calambrazo...-le dije yo haciendo
un gesto de exageración con la mano. Él se puso un poco más colorado que antes
y yo lo único que pude hacer fue dedicarle una de mis mejores sonrisas. Aquel
beso fue muy diferente al de la mañana. Los dos fueron dulces y cortos pero el
de Francesco era más atrevido y el de Daniel era más inseguro, como si temiera
que me fuera a romper o darle una guantada en la cara.
Los dos quedamos en que, por ahora, deberíamos seguir
siendo amigos y que si pasaba algo en un futuro pues que pasara pero por ahora
ese beso quedó olvidado y mi mente volvió a su primo universitario.
Cuando bajábamos las escaleras mi móvil comenzó a
sonar. Miré la pantalla y me sorprendí al ver aquel nombre: Tu italiano
favorito (L)
Dudé un poco en cogerlo pero tenía ganas de hablar con
él así que lo cogí cuando el cantante de likin park comenzaba a cantar.
-¿Si?-pregunté con una falsa interrogación
-Hola Mara-me dijo con su característica voz-¿Dónde
estás?
-Estoy bajando las escaleras de mi instituto junto con
tu primito-le dije divertida-¿Por qué lo preguntas?
-Sal a las pistas-me dijo sin ninguna emoción
Atravesé curiosa la puerta que daba acceso al patio y
casi me desmayo al ver a Francesco al lado de una Ángela y una Soraya
divertidas y un Juan cruzado de brazos con una mirada de desaprobación hacia
mí. Mi queridísima amiga se lo había contado a todo el mundo y no solo eso, sino
que había traído al italiano al instituto. Estaba molesta. Muy molesta.
-Hola enana-me dijo el italiano mientras se acercaba a
mí y, para la sorpresa de todos, me daba un apasionado beso en los labios.
La cara de todos era un poema. Ángela y Soraya daban
palmas emocionadas, Juan desprendía fuego con la mirada y Daniel...Daniel
estaba con los dos brazos acabados en puños totalmente pegados al cuerpo como
si se estuviera conteniendo. Su rostro era un cuadro. No expresaba
ningún sentimiento.
De repente sonó la sonora carcajada de una chica. Me
giré sobre mis talones y vi a la maravillosa hermanastra de Daniel
desternillándose de risa.
-Vaya Fran, te has adelantado a mi hermanito-dijo con
cara inocente- Ya puedes aprovechar antes de que te la quite.
Mis amigos no podían estar más sorprendidos. Estaban
todavía asimilando lo que acaba de ocurrir entre Francesco y yo y ahora
acababan de descubrir por su hermanastra que Daniel también iba detrás de mí.
Yo, en cambio, estaba molesta. Por la sonrisa de triunfo que le mandaba Fran a
Daniel supuse que Fran ya sabía que Daniel me había echado el ojo y este último
miraba a Fran furioso, como si quisiera asesinarlo con la mirada. Incluso, creí
atisbar fuego en saliendo de sus ojos. Literalmente.
Entonces ocurrió lo que más temía. Daniel y Juan se
miraron con mirada cómplice, asintieron los dos como si se leyeran la mente, se
acercaron a Fran y le propinaron los dos un puñetazo en la cara. Uno en la
mejilla derecha y otro en la izquierda. Y así comenzó la pelea.
Ángela y Soraya corrieron para intentar separarlos
pero no pudieron ni acercarse a ellos. Incluso Soraya recibió un ligero golpe
en la cara por parte de Juan. Ángela seguía intentando acercarse, pero era
imposible.
Lo más normal es que yo me acercara y me interpusiese
entre ellos pero tenía miedo. Sabía que en aquella pelea no debía meterme, pero
estaba asustada por que alguno acabara mal, incluso en el hospital.
Daniel me gustaba desde que llegó al instituto e
incluso me seguía gustando. Fran es el típico guaperas de turno pero también me
gustaba. Y besaba de miedo. Pero lo que no entendía era que Juan se hubiese
metido en la pelea. Sabía que había surgido una gran amistad entre Daniel y
Juan pero tampoco se conocían tanto para ayudarle a pegar a un tío más alto que
él y con una desarrollada y trabajada musculatura que había que tener en
cuenta. ¿Por qué se había tenido que meter él?
Entonces ya no pude aguantarlo más y grité. Ahora me
daba cuenta del gran corrillo que se había formado alrededor de nosotros y que
gritaban “pelea” con todas sus fuerzas. A la gente de nuestro instituto les
encantaba las peleas y más si se producían por una chica. Lo que nunca pensé es
que algún día se pelearan por mí.
Cuando mi gritó retumbó por todo el instituto todo el
mundo se giró para mirarme. Incluso los que estaban peleando consiguiendo el
efecto que yo quería. Todo el mundo me veía sorprendido. Odiaba ser el centro
de atención y todo el mundo lo sabía. Los tres chicos me miraban asustado, como
si acabara de pasarme algo. Y entonces las susurros que más temía volvieron a
mi cabeza y, esta vez, comencé a gritar de dolor.
Sentía que mi cabeza iba a explotar. Esta vez los
susurros eran insoportables. Odiaba que no los pudiera entender y más a ese
volumen. Era como si aquellas personas que susurraban lo hicieran a través de
megáfonos a todo volumen pegado a mis oídos. Entonces se me nubló la vista y
poco a poco, me adentré en la oscuridad.
***CONTADO POR DANIEL***
Estaba pegándole un puñetazo en la cara a mi traidor y
suertudo primo. Él sabía perfectamente lo que sentía por Mara. Sabía que desde
el momento en que la vi sentí algo explotar dentro de mí. Una sensación que
nunca, en mis setenta y cinco años había sentido. Sí, las reencarnaciones de
ángeles somos inmortales. Envejecemos hasta cierta edad y nuestro
envejecimiento se queda estancado. Algunos se paran antes, otros después pero,
para mi desgracia, mi cuerpo se estancó en plena adolescencia.
Bueno. Estaba golpeando a mi primo como si fuera un
saco de kit-boxing cuando escuché un grito de agonía. Iba a
girarme para ver de dónde provenía pero un segundo más tarde el grito paró, y
se escucho el pequeño sonido, apenas audible para la mayoría, de un cuerpo
cayendo al suelo.
Fue como si alguien presionara un botón y la pelea se
parara por completo. Mi primo, Juan y yo nos giramos al mismo tiempo para ver
aquella terrible imagen. Mara, mi hermosa Mara, estaba tumbada en el suelo,
inconsciente y con un montón de gente alrededor. No me lo pensé dos veces y fui
corriendo hacia ella. Fui el primero en alcanzarla ya que mis compañeros de
lucha también habían tenido la misma idea que yo. Mara estaba ardiendo y estaba
tiritando de frío con lo que supuse que tenía fiebre. Aparté la cabellera
pelirroja de Soraya quien estaba sosteniendo a Mara por la cabeza.
-¿Sabéis si ha desayunado?-les pregunté a sus
amigos-Puede que haya tenido una bajada de tensión…
-Pero eso no explicaría la fiebre-intervino Francesco
con tono serio, con esa cara que decía “estoy estudiando de medicina. Yo soy el
experto”-No se ha desmallado por no comer.
-Estaba gritando-dijo de repente Ángela
preocupada-Nadie empieza a gritar y justo después se desmaya. Se supone que
cuando te desmayas estas débil, ¿no?
Entonces Mara comenzó a retorcerse. Todas las caras se
fijaron en el rostro fruncido de la suya. Juan se acercó más a Mara y comenzó a
zarandearla suavemente para que recuperara la conciencia pero Isabella lo paró
cogiéndole de los hombros.
-No es bueno despertar a la gente en sueños-dijo con
voz tranquila-Déjala estar por su propio bien.
Juan se le quedó mirando un poco extrañado. Pocos
segundos después el rostro de Mara se relajo y su respiración agitada también. Eso
nos dejaba a todas más tranquilos pero Mara seguía sin volver a la conciencia.
Pocos segundos después Soraya llegó con dos profesores
del instituto. Estos nos obligaron a todos a irnos de allí y llamaron a una
ambulancia. Resulta que en estos institutos no había ninguna enfermería y lo
único que podían hacer mientras la ambulancia llegaba fue tumbar a Mara en la
gran mesa de la sala de profesores.
Los profesores nos dijeron que solo dos personas podían
quedarse con ella y acompañarla al hospital, pero con solo al ver nuestros
rostros, nos dejaron quedarnos a Juan, Fran, Ángela, Soraya, Isabella y yo,
pero a la ambulancia solo podía subir dos personas de todas formas.
Yo no le había soltado su mano izquierda desde que se
la cogí en el patio. Juan la cogía de la otra mano y mi primo, el suertudo, la
tenía apoyada en sus rodillas.
Entonces la luz de un flash cegó mi mirada.
-Esta foto va para el tuenti-dijo Ángela con una
divertida y traviesa sonrisa- La voy a titular ¿Quién quiere acostarse con mi
amiga?
Los tres la miramos cabreados. Este no era un momento
divertido ni para hacer fotos tontas. Una chica estaba inconsciente sobre una
mesa que los profesores usan para corregir exámenes y apoyar sus cafés.
Fran y Juan estaban gritándose y hechándose las culpas
el uno al otro pero sus voces se escuchaban muy lejos de mí, demasiado.
Entonces lo entendí. Los ángeles me estaban hablando.
¿Qué queréis ahora?-pensé muy molesto para que los
ángeles lo escucharan.
Necesitas a la chica-me dijeron todos a la vez
haciendo que comenzara a dolerme un poco la cabeza. Las reencarnaciones de los
arcángeles podemos comunicarnos con los demás ángeles pero esta comunicación no
era muy agradable, ya que siempre daba cierto dolor de tarro. Al principió
dolía mucho pero llega a un momento en que te acostumbras.
¿A Mara?-les pregunté extrañado-¿Para qué?
-Necesitas a la chica-siguieron diciendo todos a la
vez agudizando el dolor. No paraban de repetir la misma frase con lo que
conseguí echarlos de mi cabeza gracias a un ejercicio que me enseñó Fran. En
estos momentos lo odio a muerte pero había que reconocer que era más antiguo
que yo así que tenía más experiencia en estos casos. Él era la reencarnación
del arcángel Rafael y, aunque no lo creáis, es mi primo de sangre.
-Daniel-escuché una voz femenina de
fondo-¡DANIEL!-dijo esa misma voz enfadada. Me giré y me encontré cara a cara
con la rubia demoníaca que tenía Mara por amiga- ¿Estás con nosotros?
Yo solo asentí serio. ¿Qué significaba eso que me
acababan de decir los ángeles? ¿Para que demonios necesitaría a Mara? Yo no
quería meterla en mi mundo. Era muy peligroso ya que los demonios estaban
siempre acechando a las reencarnaciones para poder acabar con ellas. Por eso
mismo tuvimos que venirnos a España. Los demonios ya habían acabado con uno de
nosotros y sabían donde nos escondíamos por lo que tuvimos que dejar la Toscana
para escondernos en España. Cual fue nuestra sorpresa que al llegar a esta
pequeña y escondida ciudad nos encontraríamos con más de nosotros y no uno,
sino varios.
De repente llegó la maestra de lengua y nos dijo que
la ambulancia ya estaba aquí. Mi primo, un poco arrepentido, dejó que llevase a
Mara en brazos hasta la ambulancia. Entonces llegó el momento más temido de
todos. ¿Quiénes dos de nosotros la acompañaríamos en la ambulancia?
Tras una pelea con los profesores e incluso entre
nosotros mismos conseguimos que pudiésemos ir Juan y yo como alumnos y mi primo
Fran como adulto responsable (nótese el tono irónico -_-)
Fran se sentó en el asiento de copiloto de la
ambulancia y un joven enfermero, con razón mi primo se había ido a sentarse de
copiloto, fue a atender a Mara. Se me encogió el alma al ver a aquel chico
agujerear su delgado brazo para colocarle una vía intravenosa. Sabía que era
necesario ponerle algo de suero porque había tenido una bajada importante de
tensión, según nos había dicho el enfermero.
Llegamos al hospital Torrecárdenas de Almería. Los
guardianes ocultos raramente nos ponemos enfermos con lo que no había ido
muchas veces a un hospital. No me gustaban esos sitios empezando por el olor a
antiséptico y medicinas que había en el ambiente. Tomaron a Mara y la colocaron
en una camilla un poco desgastada y la trasladaron hasta una habitación de
observación. Nosotros esperamos a su lado hasta que comenzó a abrir los ojos.
Los tres nos acercamos hacia su rostro para contemplarla
mejor. Estaba un poco desorientada y fue contemplando nuestros rostros uno por
uno como si estuviera tratando de identificarnos. Entonces habló:
-Os he visto-dijo mirando hacia un lado-Os he visto a
los tres-siguió diciendo pero esta vez mirándonos a los ojos-Os he visto en el
pasado.
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Espero que os haya gustado el capítulo de hoy :)
Se que me demoro mucho en actualizar pero es que no tengo tiempo para hacerlo . Los exámenes, el piano, las tareas.....mi vida en un poquito ajetreada :(
Intentaré actualizar más seguido. Lo prometo :3
Espero que os haya gustado. Dejad comentarios please....que son gratis :)
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